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Zorba o la decrepitud de un clásico

Penélope Córdova

3 Min. de lectura

may 31

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¿Pero es que los clásicos envejecen? ¿No es el título un oxímoron en sí mismo? Como cuando ves El señor de los anillos o Bladerunner y sientes que aunque han envejecido, lo han hecho bien, es decir, ya son clásicos, no se ven tan viejos. No sé si se podría considerar Zorba el griego un clásico de la literatura contemporánea, pero sí se puede decir que es el personaje griego más famoso de la literatura del siglo pasado, para que no digan que de griegos sólo leemos a los antiguos y ahí nos quedamos. Yo tomé clases de griego moderno en la universidad, y una de mis mejores amigas es una helenófila obsesiva (si alguien quiere clases de griego moderno, escríbame), de modo que tenía más de un pretexto para leer la obra más famosa de Nikos Kazantzakis, pero sin duda no la mejor.

Hay dos lecturas (hay muchas, pero yo sólo me voy a enfocar en dos) que se le pueden hacer a esta novela: la simbólica, pues qué es la literatura sino la historia de un par de símbolos (Borges dixit o algo así) y la feminista. Sí, lo siento.


Lo bueno

Pues caray, el estilo. Kazantzakis tiene las palabras exactas para transmitir uno de los sentimientos más cabronamente imposibles de transmitir mediante la literatura (especialmente en literatura, porque creo que la pintura y la música lo tienen menos complicado puesto que cuentan con la complicidad de los sentidos): la felicidad.

A quien aún no la haya leído y tampoco haya visto la película Zorba el griego (o Vida y andanzas de Alexis Zorba), le cuento: Es la historia un intelectual inglés de origen griego que regresa a Grecia a hacerse cargo de unos terrenos y minas de su padre en la isla de Creta. Llegando al país, conoce a Alexis Zorba, un campesino estridente y, como diríamos aquí, dicharachero, al que contrata como capataz de las obras. La novela plantea el contraste entre las personalidades de ambos hombres, uno introvertido, con la nariz metida en los libros y reflexionando siempre sobre cosas trascendentales como la vida y la inmortalidad del cangrejo, y el otro, Zorba, un carácter vital, que no sabe nada de letras ni profundidades, pero sabe todo de la vida, ama a las mujeres (así, en genérico) y toca el santuri, un instrumento musical mediante el cual traduce su amor a la vida.

Es, en realidad, uno de los grandes tópicos de la literatura, la dualidad y oposición entre lo dionisiaco y lo apolíneo, la eterna discusión entre el arte y la vida. A grandes rasgos ese es el tema que se desarrolla en Zorba.

No se puede despreciar el estilo de Kazantzakis, es limpio y elocuente, posee una pasión (que es muchas veces lo que busco en un libro, el fuego) que es difícil pasar sin que se te erice la piel.




Lo malo

Pues todo lo demás. Si bien los personajes masculinos, que son casi todos, resultan verosímiles y perfectamente construidos, los personajes femeninos carecen de profundidad y no pasan de ser una caricatura, vamos, que las mujeres en Zorba sólo pueden ser uno de los estereotipos: santas, musas, putas o brujas; es decir, no son personajes dinámicos, sino pasivos, estáticos, están ahí para que los varones interactúen, existen en función de ellos. A menudo, Zorba dice que a las mujeres hay que cortejarlas y amarlas porque para eso nacieron, hay que tenerles compasión y consentirlas porque si no, se deprimen, porque ellas viven para que les digan lo deseables que son y lo mucho que un hombre puede amarlas. Nada más les interesa a las mujeres.

Entiendo que juzgar una obra de hace medio siglo con los valores de esta época resulta una extrapolación que puede caer en la descontextualización, y que si abarcáramos todas nuestras lecturas en un análisis feminista, tendríamos que empezar por dejar de leer o vituperar a los griegos y todo lo que le sigue hasta hace unos cuantos años. No digo que dejemos de leer esas obras, sino que tengamos el ojo crítico. Como digo, no se puede descartar la calidad estilística de Kazantzakis, y el simbolismo entre lo apolíneo y lo dionisiaco me gusta mucho, pero el discurso narrativo de la condición humana es lamentable, es el reflejo, sí, de un hombre de esos tiempos, conservador, ortodoxo y esencialmente misógino (bueno, no Kazantzakis, a él no lo conocí, pero sí conozco a Zorba). Zorba el griego es la representación vívida de un hombre común y corriente, con sus ideas, sus pasiones y sus motivaciones, es un personaje de acción, es un personaje de esos que hacen cosas (no, por ejemplo, de aquellos a quienes les pasan cosas), en ese sentido es revitalizante, pero en los otros sentidos, sus pensamientos hacia todo lo que no sea eminentemente masculino resultan despreciables. Pero esa es sólo mi opinión. Si ustedes leyeron la novela, ¿qué les pareció?

Penélope Córdova

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